La caja de la muerte.

20:57 / Por Antonio / comentarios (5)

No sé si os acordaréis, pero hace mucho, mucho, muuuuuucho tiempo en este blog hubo una polémica ENOOOOOORME (bueno fueron dos mini comentarios de Rios y Paco pero hay que ensalzar el blog que sino no nos visita la peña jeje) que se produjo en los comentarios sobre los colores de la camiseta que me había traído aquí a Dublin para jugar al fútbol. La verdad es que fue hace muuuuucho tiempo (quizá más de un més, mucho para las mentes cortas, o poco según vuestra capacidad mental) pero yo por mi parte aún la recuerdo jeje.

El caso es que la polémica venía por la camiseta que había escogido para traer a Irlanda y jugar al fútbol con mis compañeros de laboratorio. Porque todos los viernes por la tarde quedamos bastantes de los integrantes de los distintos grupos de investigación en la escuela politécnica (de mi laboratorio de óptica, de reconocimiento de voz, de redes...) y echamos un partidito, muy chachi la verdad.

Y sin más rodeos, voy a mostraros la prenda que he decidido que vean éstos pobres diablos del balonpié, que ya quisieran tener algo de potencial en ese deporte y no tantos muertos de hambre jugando a deportes extraños...



Sí amigos, como podéis ver no me he traído sólo una camiseta, mi corazón está dividido y no habría podido soportarlo (además de que hay que lavarla después de jugar y esas cosas). Así he traído las camisetas de dos equipos: el grandioso Topaná (cuya web andará por algún recóndito lugar de internet) y el Radiadores Antonio (hay que hacerle publicidad a los amigos, si necesitáis una reparación en el coche ya sabéis jejeje).

Éstos han sido los dos equipos cuyos colores he defendido con el sudor de mi frente, todas mis fuerzas y un tanto de sangre. Y con no pocas historias de por medio, muchas para llorar, pero otras muchas para reírte un buen rato, y es que la liga local de fútbol sala de Coín daría para escribir un blog muuuuuucho más animado que éste, que ya sería decir.

Y es que uno no ha de olvidar sus raíces, aunque ahora juegue al fútbol muy lejos de casa y con unos tíos mu malos que hablan mu raro también. Y es que este viernes hemos vuelto a jugar los que estamos en el laboratorio una buena pachanga en los campos de ""fútbol sala"" de la facultad.


Vista de día.


Y una vista mucho más chachi nocturna y desde dentro del campo.

Porque lo que de verdad quería era mostraros el campo, que es por lo que le he puesto ese nombre tan rarito al post, y que como podéis contemplar se inspira en aquél de los anuncios de Nike de hace muchos años en los que aparecían grandes estrellas del fútbol jugando dentro de campos cerrados y haciendo todo tipo de trucos chachis jejeje, seguro que muchos no tenéis ni repajolera idea de lo que digo, pero otros sí, estoy seguro, y esto os sacará una sonrisita, recordando aquellos maravillosos años de chavales... pero bueno, ya está bien que como siga se me salta la lagrimilla.

Pues jugar en estos campos es muy divertido porque es muy rápido y da mucho juego eso de los rebotes en todas partes, incluida la red en el techo, con lo que se pueden hacer multitud de cosas guays, y además se marcan tela de goles, ya que para los batatos, casi sin querer es posible que por rebotes y eso la pelota acabe dentro de las porterías.

Y qué deciros, me lo paso de vicio jugando al fútbol todas las semanas, ya que me quita el mono de deporte, me permite derrochar un buen rato una cantidad grande de adrenalina y además aprendo vocabulario nuevo, porque claro, pasa al centro, saca la pelota del área, estoy en el segundo palo, tira a portería y todas esas cosas las necesitas para jugar, y por supuesto también forman parte del vocabulario de supervivencia necesario para toda persona que quiera ser angloparlante jeje.

Pero claro, cuando uno no mete gol o le entra la mala ostia porque tu compañero es un batato e intentando hacer un pase ha perdido la pelota, pues siempre recurre a su castellano de toda la vida, gritando alguna que otra frasecita en tu idioma nátal, que aunque nadie la entienda, tu te quedas más agusto que el mundo jajajaja. Aunque tampoco tiene ninguna importancia del otro mundo, ya que echamos pachangas para divertirnos y el mal rollo no entra dentro del campo nunca, sólo el pasarlo bien.

Así que ya véis. Otra cosa más que contar en el blog, que enriquece aún más mi experiencia aquí, y me lo hace pasar de vicio. El deporte es necesario amigos, así que no dejéis de practicarlo.

Saludos a todos.

¡¡Che freddooooo!!

17:19 / Por Antonio / comentarios (4)

Buenas a todos de nuevo. ¿Qué tal estáis? Antes de nada disculparnos porque la cantidad de cosas que estamos haciendo estos días y la falta de mi portátil (que por cierto ya está arreglado en mi casa en Málaga y esperándome lleno de pena) están siendo impedimentos grandes para mantener el blog estos días. Ya que además la fecha de vuelta a España, el 16 de diciembre, se acerca y hay mucho que hacer. Pero no os preocupéis que os vamos a seguir manteniendo informados a pesar de todo.

Así que voy a pasar a contaros lo que hicimos el finde pasado. En estas últimas dos semanas está haciendo mucho frío por aquí, y la verdad es que se nota mucho. De hecho el título del post viene a cuento porque era lo que decía el italiano el sábado pasado constantemente, y es que la frase se repetía una y otra vez y en diferentes idiomas entre los que fuímos... vaya frííííííííííooooooo.

Pues durante la semana pasada, entre Daniele, Kai y yo, decidimos que el sábado iríamos a Phoenix Park. Un parque enorme en la ciudad del que ya os he hablado en algún otro post. Es muy bonito de ver, y aunque yo ya había estado un par de veces, todavía no había visto más que una parte pequeña. Además mientras planeábamos qué hacer entre las posibles opciones, descubrimos, gracias a Jen, una irlandesa técnica del laboratorio en el que estamos en la DCU, que podíamos visitarlo en bicicleta, y además nos dijo varios sitios a dónde ir que podían ser interesantes, no hubo más que hablar, el sábado al parque.

Así decidimos quedar a las 12 en el pincho de la calle O´Connell, por cierto, ¿he hablado del pincho? Bueno su nombre es "The Spire" y es un monumento moderno de 120m de altura fácilmente reconocible en toda la ciudad, y donde tooooooooodo el mundo queda, ya que es un punto de referencia ideal. En el enlace podéis leer la historia y eso, es una buena idea para un monumento bastante espectacular. Bueno pues decidimos quedar allí y si hacía buen tiempo pues iríamos al parque, sino pues ya iríamos a pubs o algún otro sitio que teníamos en mente.

Nos levantamos el sábado y un sol brillante junto con un cielo si ninguna nube nos recibieron, fantástico, porque teníamos muchas ganas de ir al parque, coger las bicis y darnos un buen paseo. Nos vestimos, preparamos fruta y chucherías para picar y nos dirigimos al punto de encuentro.

Y al llegar allí, el cielo empezó a cambiar, y notamos que el frío venía a acompañarnos. De todas maneras no parecía nada serio, así que cogimos el tranvía hacia el parque. Después al bajarnos ya comenzamos a darnos cuenta de lo que nos esperaba... hacía un frío de la la leche, para que os hagáis una idea, aproximadamente igual que si subes a Sierra Nevada (en Granada) un día que esté nublado, o como subir a Navacerrada para los madrileños y gente del norte. Y claro, yo que había pensado que hacía sol, íbamos a coger unas bicis y eso... pues no fui demasiado abrigado... craso error.

Andamos un poco en el frío, y justo en la entrada del parque estaba la tienda para alquilar las bicis, el no tener guantes ya veíamos que nos iba a pasar factura porque la cosa estaba fea, había una neblina en el parque de la leche, con lo cual el frío y la humedad calaban bastante.

Menos mal que el de las bicis es un tío inteligente, y junto con ellas también te da guantes... dios, que agustito, que traquilidad jeje. Así que aunque el frío era ya considerable, cogimos las bicis y empezamos a recorrer la parte inicial.


La verdad es que son bicis guays, Laura cogió una mountain-bike, con la que pude hacer el tonto un poco y algunos caballitos, ¡qué recuerdos!


En ese momento ya nos dimos cuenta de que hacía bastante frío, las nubes inundaban todo el cielo y el sol, que había estado presente un buen rato, había huído despavorido dejándonos compuestos y sin su compañía. Pero había que ir hacia adelante. Así empezamos alrededor del obelisco, el zoológico y el parque floral al inicio, para ir después hacia el suroeste, donde nos encontramos una ¡zopeza!


Nos hicimos una foto en el gran obelisco de 62 metros de alto en memoria del Duque de Wellington.


Sí amigos, ciervos, en el parque hay muchos pero no esperábamos encontrarlos tan cerca.

Al seguir un poco más, en una enorme esplanada donde hay un mogollón de campos de rugby y de fútbol, pudimos ver otro montón de ellos, con gente cerca y también gente jugando en campos cercanos, y ellos sin inmutarse. Se ve que están muy acostumbrados a la gente.


Se veían muy bonitos, la verdad, a pesar del frío y la niebla y todo.

Tras ésto pasamos a ver la zona donde se encuentran la sede del embajador americano (vaya casita más mona y en buena ubicación), la residencia de la presidenta de Irlanda, y la cruz que se instaló en el parque a raíz de la visita del papa Juan Pablo II en 1979, donde dió una misa para 1 millón de personas... que se dice pronto teniendo en cuenta que el país tiene una población de 4 millones... ahí es nada.


Ésta es la rotonda central del parque, y al fondo está la entrada de la embajada americana.


Entrada de la residencia de la presidenta.


La cruz papal, con Daniele, Kai y Laura muertos de frío abajo si os fijáis.

Así que pudimos ver muchas cositas mientras paseábamos con las bicis. Para después dirigirnos a una cafetería que hay en el medio del parque y que Jen nos había chivado, de tal forma que comimos en un sitio bastante auténtico, nada de guiris jeje. Y la verdad es que fue un alivio enorme, porque con el enorme frío que hacía en la calle, el poder entrar en el sitio, pequeñito, pero muy calentito y acogedor, y tomarnos allí unas sopas de vegetales, junto con unos sandwiches y cafelito después, fue buenísimo para entrar en calor. Este tipo de sopas son muy típicas aquí, y realmente son más parecidas a purés, llevan nata por lo que son bastante espesitas y nutritivas y están buenísimas, y con el hambre y el frío con el que llegamos allí, ya os podéis imaginar el resultado.

Así que tras pasar un buen rato allí, riéndo y recogiendo fuerzas, decidimos volver hacia la entrada del parque de nuevo, pasando al lado de varios lagos que hay y cerca del zoológico, al que por cierto nos han dicho que no merece la pena entrar, porque la mayoría de los bichos no salen (por el frío y el mal tiempo) y te dedicas a estar todo el rato viendo las jaulas vacías.

Y nada, después de esas horitas por el parque, dejamos las bicis y volvimos al centro de la ciudad en tranvía de nuevo, para dirigirnos a un pub, a tomar unas pintas juntos, reirnos mucho y descubrir muchas cosas que no sabíamos unos de otros. Sobre todo de China, porque la verdad que gracias a Kai, aprendemos mucho y nos estamos culturizando para cuando en un futuro no muy lejano, nos demos un paseito por aquellos lares... eso si que sería un viaje increíble.

Y poco más, luego cada uno volvió a casa después de un día agotador, pero muy interesante. Una buena experiencia.