Nos fuimos pa Dublin...

Bueno, bueno, bueno... madre mía vengo alucinando. Acabo de llegar a casa de la facultad y es que he venido corriendo al ordenador para contaros a todos lo que me ha pasado.

El caso es que he salido de la universidad junto con el italiano, Daniele, y cuando íbamos llegando a la parada, el bus estaba allí recogiendo a gente... lo siguiente ha sido decirle hasta mañana, "see you tomorrow" y correr más que el tonto del forrest gump.

Y lo he conseguido, me he montado en el autobús y el conductor ha cerrado las puertas seguidamente... jeje, soy un tío con suerte. Pues el caso es que subo a la parte de arriba (me encanta siempre sentarme en la primera fila de la parte de arriba del autobús pegado al cristal) y observo a mi alrededor. Niño a mi izquierda, gordo a la derecha. Nada extraño.

Bueno nada extraño hasta que llevamos en el autobús 5 minutos. Entonces veo que el chiquillo coje la calculadora que llevaba en la cartera y empieza a desmontarla... primero un tornillito, luego el otro, luego la tapa de la pila, luego la parte trasera... luego, luego, luego... "madre mía lo que está haciendo con la calculadora pensé yo".

Joder, hasta que coje y desmonta la parte de las teclas y... ¿sabéis qué? pues todas las teclas caen al suelo y se desparraman por el autobús... y el niño ni se inmuta... ioputa. Bueno, no contento con eso él, sigue con su disección. Más piezas... por lo visto alguna se le resistía... no hay problema... el malaje, (porque eso es lo que era un malaje que ni daniel el travieso, ni la niña del exorcista, ni vaya...) coje y pone la calculadora en el suelo y se pone a darle pisotones... bueno bueno ésto se pone interesante.

Tras la operación, el malaje con gran parsimonia (porque no os creáis que estaba estresado ni nada, él con mucha calma y poco a poco como los buenos psicópatas iba realizando uno tras otros los pasos de su malvado plan) pues continúa e inserta una de las esquinas de la calculadora en un hueco del bús para conseguir partir la carcasa de la calculadora por otro lado... madre mía.

Pues así continuó el chavalito, las piezas caían al suelo y se oían ruiditos y ruiditos cuando iba partiendo una tras otra las partes de la calculadora... y chorraban por el autobús cuando éste giraba a un lado y a otro... Bueno pues seguía el chaval relajándose con sus cositas cuando de repente, se vuelve hacia atrás y pregunta todo educado a la señora: "¿Disculpe señora? ¿Tiene usted hora?" Le responde la señora, y él dice "Muchas gracias." ahí todo educado...

Y es que este niño malaje me ha calado, no sé, pero su pasimonia, la forma con la que se cargaba la calculadora, esa sangre fría, y esa actitud dañina... me han calado... tanto, tanto, que no me he podido resistir a hacerle una foto con mucho disimulo con el móvil, ahí como el que no quiere la cosa, y entre la chaqueta, para que todos podáis ver al malaje, porque eso es lo que es un malaje, más malo que una patada en las partes nobles.



Sí ahí donde lo véis le estaba dando meneos a la calculadora para sacarle alguna pieza, lo que yo os diga, todo un angelito. Éste tiene que ser de los mamones que le hacen la vida imposible a la niñera, ahí con mala sangre, pero de forma disimulada. De los niños que te la meten doblá y no te das cuenta hasta que te encuentras la trastada que han hecho en las narices...

En fin, un angelito. Que les coja confesaos a todos los que les toque tratarlo porque vaya tela. Al menos a mí me ha tenido muy entretenido en el viaje de vuelta a casa como podéis ver.

Saludos a todos.